3.1.10

Caos. Esa es la impresión que tuve cuando llegué a Madrid por primera vez. Insignificancia. La primera clase. Soledad. La primera semana.
Pero alguna moneda arrojada a una antigua fuente vino a concederme cuatro deseos, no no, no eran tres como los de los genios, sino cuatro.



El primer deseo es una enana más molesta que un grano en mis nobles posaderas, Ricitos nada más y nada menos, salida de los lejanos cuentos de las mil y una noches. Mala como ella sola, cabezota, intransigente, con un mal humor de mil demonios, pero ella, y eso es lo mejor. Rajadiablos en lenguas desconocidas, descubrir que bajo tanto rizo malo se esconde una de las mejores personas que se pueda conocer (un tanto inaguantable con exámenes y trabajos,eso sí).



El segundo deseo es una poligonera, pero no de esas de moños rascaciélicos y brillos áureos cegadores, sino una poligonera más buena que un trozo de pan bendecido. Desde el principio estuvo ahí, con conversaciones profundas y comprensivas, y sabe Buda cuanto me ayudó.



El tercer deseo es un bichejo de la tierra de Mordor donde se extienden las sombras. Ella llegó más tarde, pero entró pisando fuerte. Somos enormemente parecidos,miedosos y cagones amorosamente los dos, pero en el fondo unos románticos empedernidos. Yo me la comía, aunque ella seguramente no se dejaría.



El cuarto deseo viene con dos gemelas, aunque eso para mí es lo menos importante, porque no se que habría sido de mí sin ella.Es la positiva, todo tiene remedio y la vida está para vivirla; el ejemplo a seguir, las que nos encauza cuando la vida se nos va por las ramas; la alegre, la que siempre nos termina haciendo sonreír con sus despóticas maldades,y hasta consigue que lloremos con sus ñoñerías. Ay Rousse, algún día te tendré que pedir en matrimonio.



Tres meses y cuatro deseos. Stardust y el engaño de Ricitos; Starbucks, nuestra mesa y nuestro camarero; adoramos a Astarté por encima de todas las cosas; las tardes paseando por el mero placer de estar con ellas; descansos memorables en los pasillos; cantoseos en el metro; películas para sacar la parte sentimental de Ricitos; París, ciudad de la luz; Juernes surrealistas y el inicio de la más placentera de las de-generaciones.
Zorras, tengo que decir y aunque odie hacerlo, que en el fondo, os quiero.



Sí, tú también formas parte de mis sueños de Madrid, y lo mejor de todo es que no me hace falta ni dormir ni cerrar los ojos para soñar, sólo me basta con perderme entre tus besos con sabor a mandarinas, mi otra mitad perfecta.

2 comentarios:

  1. Como zorras somos geniales........pero cuando nos ponemos ñoños somos insuperables.
    Nunca un Año Nuevo había prometido tanto

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  2. Si se me permite el brindis: brindo por ti, por Rocío, por Mirian, por Iara y por que este affair nuestro dure hasta que te empiecen a salir entradas =)y más, mucho más

    mira que no me gustan los números pares, pero hacéis que el 2010 tenga alicientes

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