23.2.10

Ando deprisa, corriendo, trastabillando y mojándome con la lluvia que cae por cubos desde el contaminado cielo madrileño. Vivo rápido, lo sé, quizás demasiado; echo en falta dedicarme algo de tiempo a mí, solo. Pero no puedo negar que soy extremadamente feliz, de esa felicidad que asusta tanto. Una terrorífica felicidad en la que todo está donde debe estar, encasillado, clasificado y colocado.
Ay Jinesa, cuánto te echo de menos. Daría mis pares de Nikes por tenerte en Madrid conmigo, durmiendo en mi hombro cuando vemos películas a las nueve de la mañana, con la nieve cayendo tras el cristal de la ventana. Algún día, que no será muy lejano, tendremos esas patéticas peleas de compañeros de piso. ¡Ah! Y no serás la mascota, serás más que eso siempre, serás tú, Jinesa, la del puente en honor al santo, la amiga más cara a mi corazón.






Estoy en la época de las primeras veces ( no, de esas no, esas hace mucho tiempo que murieron).
Primer desfile de Cibeles Fashion Week. Rita Murt me embelesó con modelos de dos metros, vestidos de terciopelo y raso y pasarelas de espejo.
Primera vez que me enamoro hasta perder la poca cordura que podría quedarme (y sí, por mis cojones que será la primera y la última). Que si me olvido de respirar, se me pone cara de imbécil, sonrío hasta dormido y pienso en planes de futuro, no es porque se me haya ido la olla (ahórrate el comentario fácil), es porque quiero comerte siempre.





Época de echar de menos de una forma descomunal que mi pequeño moco maquiavélico se meta en mi cama por las mañanas a despertarme con sus pies fríos; las interminables tardes cantando canciones de Disney; los abrazos y las peleas de superhermanos. Sí, lo peor que llevo de Madrid es no teneros conmigo, dosmujeresdemivida.
Mes intenso: Viaje de San Valentín a Toledo (me faltan las palabras y lo sabes); Mi premoh en Madrid (aunque si rubia, reconocemos que nos faltaste tú); Cibeles Fashion Wek; concierto de la magnífica Zahara; y en un futuro muy corto, visita a uno de mis grupos preferidos.

Febrero,joder, cuanto te quiero.


2.2.10



Cambio. Temprano para declarar si es bueno o malo, pero cambio al fin y al cabo. Demasiados cambios; los pilares fundamentales que forman tu vida se vuelven inestables, asentados en cimientos de arenas movedizas. Las grietas de los muros hacen que el techo sea inestable, de un incierto futuro. Los muebles van saliendo por la puerta de atrás para ser subastados, ni una mísera contemplación para dieciocho años de hacer lo que crees que es de hijo modélico. Me cansé, de tanta patraña. Me aburrí, de tanto fingir. Me harté, de tanto engaño. Desgarremos el velo de una vez por todas, pongámosle nombre a las cosas.

No se pueden borrar los recuerdos, pero pueden enfocarse desde otro punto de vista. Cambio, de mentalidad. Se acabó el burgués hedonista y despreocupado. Hay mucho en juego.

Mañana vuelvo a eso que se supone que debo seguir llamando "casa" (aunque teóricamente ahora tengo tres y no es que sea rico, es una simple regla de división), a regar las macetas que hace harto tiempo que están secándose, a poner orden en el gallinero.
Muchas cosas en el último mes sí; la mayoría malas. Pero menos mal que te encontré a ti. Tampoco puedo olvidarme de ellos, amigos (tanto extremeños, como madrileños, coquenses y ovetenses).

Gracias por rellenar las grietas con argamasa.