28.10.10

La prepotencia llena sus armarios

Y lo triste del asunto es que está de moda y ellos se creen que son moda, tremendo (t)error.

Definamos primero el término elegancia. No consiste en llevar lo más extrafalario que encuentres en el armario de bisabuela, válgame Dios. La elegancia va más allá de todo eso, no tiene mucho que ver con lo que llevas, si no con la forma en la que lo haces y si eres capaz de hacerlo.

No tolero que la emergente tribu urbana madrileña se atreva a mentar siquiera la palabra elegancia. Corretear por las tiendas de segunda mano (que no, que sea VIEJO no quiere decir que sea vintage) de Malasaña, ir contra el mundo, pugnar por el inconformismo hacia todas las cosas, pensar que la única música buena es la que escuchan ellos y tener una prepotencia que apenas si cabe en sus desagradables cuerpos es lo que más los caracteriza.

Fingen saber de moda por leer Vogue, Tendencias o Glamour, piensan que saber la ortografía de Chanel o de Yves Saint Laurent (o tener la foto de Avedon de Coco pegada en la pared de su cuarto al lado de un desconocido grupo de música londinense) los convierte en alguien mejor, que están por encima del resto, patético, ni podrían permitirse ni sabrían llevar un Chanel.

La prepotencia es lo más chic, creerse el centro del mundo conocido y mirar por encima de su huesudo hombro. Rebosan sus armarios de cargantes estampados de flores y de cuero que en realidad es plástico. Suelen pensar que el mundo está en su contra, no se les puede ni toser ya que se lo toman como un ataque contra su augusta persona, aunque la tos sea altamente justificada, pobres, todos los actos humanos van dirigidos contra ellos y siempre pensando en ellos; el mundo está en su contra, son unos incomprendidos. Están solos porque nadie los entiende, nadie los comprende. Fíjate que casi me dan pena, CASI

Yo, inculto provinciano, siempre he tenido entendido que unos bonitos zapatos de tacón nunca están de más, que estilizan la pierna y aportan un toque elegante a los conjuntos. Para ellos nunca es ocasión de ponérselos, son tan vulgares; viven con botas de la época de Anna Frankz, con Doctor Martens y, ah no, que no tienen nada más.

Cibeles empieza a oler a moderna. Ellos nunca lo reconocerán, eso es algo muy de la plebe, del vulgo. Sin embargo se mueren por conseguir una entrada, llegándola a mendigar de las personas a las que odian. Una vez dentro les encanta, lo adoran, es lo más, están deseando volver al día siguiente.

Yo seré un niño pijo muy SUCK que no escucha grupos londinenses, no lleva blusas de flores y pitillos ultraceñidos, pero hay ciertas cosas que sí sé. Sé cómo tengo que ir en cada ocasión y sé tener un poco de humildad, la justa.



No seremos modernas, pero sin duda, sabemos como vestir. APRENDE(D)

26.10.10



Podría hacer la típica felicitación, sí, podría. Podría darle las gracias por las veces que está a mi lado, por todo lo que ha hecho y sigue haciendo por mí. Pero no me apetece, como hoy me levanté con las piernas en el lugar de la cabeza, voy a hacerlo al revés. Voy a darle las gracias por las cosas que no ha hecho. Debería empezar a agradecerle que no hiciera demasiado caso de las malas lenguas, debería agradecerle que no sea se haya cansado de aguantar,que no haya salido corriendo con el rabo entre las piernas (que no rubia que no, que ni el pelo de una gamba), debería agradecerle que no me hiciese chantaje emocional para impedirme venir a Madrid, debería agradecerle no dejarme sólo ni una sola noche de amigos, debería agradecerle no dejar de ser ella.

Hoy cumple 19 años y estoy seguro de que lleva todo el día enfurruñada porque se hace mayor, míralo por la parte buena, nos hacemos mayores juntos.

Te quiero

24.10.10



Nos refugiamos en los objetos bonitos para ocultar lo horribles que somos, es una simple regla de asociación; cómprate un BMW negro y serás mejor persona, si hasta no pareces tan feo contra la tapicería. Si en el fondo somos simples, básicos, puro instinto, pura mierda. Es lo que toca, el mundo no es justo y los tontos salimos perdiendo.
Algunos tenemos mala pata, nos caímos de cabeza cuando nuestra madre nos trajo a este maravilloso mundo, una gitana malfollá pasaba por allí y nos echó un mal de ojo, por joder, y encima el médico era tuerto, un chollo oiga. Entonces nos toca ser fuertes, no te queda otra, es otra regla bastante simple, supervivencia, no esperas mucho más.
El problema radica en el tope, el cúmulo de catastróficas desdichas a las que hay que echar huevos. Coño, hay veces que nos gustaría ser de los débiles, de esos con buena suerte y una dentadura perfecta. No es tanto pedir, sólo es soltar algún que otro fardo de una espalda demasiado cargada, y fíjese, que el medio no ayuda, al contrario, suda.