30.11.09
Rousse, la mejor perra del infierno que podría existir, aunque su acento con el francés sea terriblemente malo, sobre todo si se ha pegado un atracón de "mojitos" .
Juernes surrealistas, ron con cosas, Chumina Power y sus discípulos, aserejés a la pata coja, peleas de almohadas, tés prohibidos, geniales proyectos para Semana Santa en la Ciudad de la Luz, la perspectiva de una réflex en un par de semanas.
Ganas enormes de que llegue el día 18, magistral en muchos sentidos, las supernenas se reunen para quemar la ciudad capital, empezando por una excelvillosa nochevieja universitaria con pajarita y chaqueta de cuero.
Threesome 18-IAI
Soy adicto a las manzanas con leche condensada.
1.11.09
Casi mes y medio en Madrid, y ni quiero echar balance de como estaba al principio a como estoy ahora. Tras un ligero traspiés, que digo traspiés, fue un te quiero que nunca debí pronunciar (pero que conste en acta que no me arrepiento), las cosas empiezan a coger un cauce que si no es del todo decente, al menos a mi me gusta. Casi escribo el capítulo de como mis sueños de Madrid estuvieron a punto de convertirse en pesadillas, pero sólo casi; sonríe Antonio, sonríe, que es lo único que de verdad merece la pena en esta vida.
Y sobre todo han sido ellos,gente que en poco tiempo se ha convertido en especial, porque somos la De-generación del '91, y nuestros juernes surrealistas se llevan la palma de la semana.
Me siento agusto, tranquilo, seguro (oh dios, parece un anuncio de compresas), me siento bien en Madrid, ya ni me hace falta mirarme el plano del metro.
Frapuccinos de caramelo, de chocolate, de vainilla. Fundir la tarjeta por Fuencarral, ir de museos y perder las gafas de sol, dar enormes paseos, esperar a que abra el metro a las seis de la mañana para irte a casas que no son la tuya, conocer a mucha gente nueva, no recordar ni la mitad de los nombres, chupetones en sitios oscuros, jugar al tetris en un cuarto de baño, beber como un cosaco, descontrol del tiempo, el ayer es mañana, los días son noches,y las noches, sueños. Pasear una cabra por la uni, fumarse las clases, follarse la vida. Romper mitos con el señor del propio estilo a las dos de la mañana.
Ellas, las zorras, las peores, pero para mí, las mejores. Tendría que darles las gracias, por hacerme sentir a gusto desde el principio, por los cotilleos en los pasillos, los cantoseos, los rajadiablos, las risas descontroladas y desenfrenadas, las clases de cowboy donde se tocan vacas, los ojipláticos, la comprensión y las sonrisas.
Por fin, que ya era hora, Clara e Inés se acercaron a verme, y tuvimos un día genial. Risas, muchas, muchísimas, Manolita la fantástica, el pollo del chino que en realidad es gato, carreras por Gran Vía y un magnífico paseo por el Retiro, lleno de hojas doradas y patos con obesidad mórbida.
Él, Ella, el puente en honor al santo. Sonrisas. Amigos. Una de las personajillas más importantes para mí, Jinesa, la mejor. Aunque nos faltaste tú Avello, prometido pasear por el Retiro los tres.
¿Quién dijo miedo? Entonces me dejo llevar...
Creo que lo nuestro va para largo, Madrid.
7.10.09
Un patinazo. Quizás una acertada equivocación. Un salto abismal entre una alejada capital de provincia; antañona, orgullosa, casi medieval en muchos aspectos, con un enrevesado sistema de castas que nada tiene que envidiar a la sociedad hindú; y la capital de los muy nobles e insignes reinos españoles.
Un aterrizaje casi doloroso en medio de una lujuriosa vegetación de acero, vidrio, hormigón armado y piedras nobles. El silencio nocturno, poder distinguir las estrellas en un cielo limpido, dar grandes paseos en los que se cruza la ciudad entera han dado paso a interminables viajes en metro, una continua nube del color de algodón de azúcar de la feria y no ver estrellas ni en la plaza de Oriente
Y da comienzo el principio, una vida, un lienzo en blanco que en teoría podrías decorar con todos los colores que desees. Grandes paseos, gente nueva, muchas sonrisas, fiesta, mucha fiesta, lugares especiales, personas que quizás podrían serlo, una maleta llena de sueños, aspiraciones, ilusiones; y eso que me hace perder la cabeza: palacios, museos, jardines, iglesias, mármol de Carrara (sí, lo sé, no es algo del todo normal). Pero sobre todo mucha incertidumbre, confusión, sentirse menos que nadie, más pequeño que una hormiga.
Me gusta coger el metro, escuchar las conversaciones, quedarme en la estación de Sol viendo como pasa la gente. Me gusta pasear con el Retiro cuando el cielo está nublado, perderme entre parterres, glorietas, senderos y estanques. Me gusta tumbarme en el césped de plaza de España escuchando el callado murmullo de los surtidores de las fuentes. Me gusta Madrid.
Bienvenidos a mis sueños de Madrid.
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